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HISTORIA DEL GAUCHITO GIL

Antonio Mamerto Gil Núñez, más conocido como “El Gauchito Gil”, gaucho de estancias y muy ducho en curar enfermedades con hierbas, fue un hombre muy querido en sus tierras. Ayudaba donde podía, defendía y apoyaba siempre a los más humildes y se lo conocía como un hombre íntegro. Era oriundo de la zona de Pay-Ubre, hoy Mercedes, en la provincia de Corrientes. Fue conscripto para pelear en la fatídica Guerra de la Triple Alianza, en la que, instigados por Gran Bretaña, Argentina, Brasil y Uruguay, que no veían con buenos ojos el notable desarrollo agrario e industrial del Paraguay, atacaron y destruyeron a ese país y mataron a casi toda la población masculina. El Gaucho Gil desertó al poco tiempo, porque no quería pelear contra sus hermanos paraguayos, vecinos de la provincia de Corrientes. Fue implacablemente perseguido por desertor, en especial, por el Coronel Zalazar, quien finalmente lo localizó el 8 de enero de 1878. El Gauchito Gil, sabiendo que lo iba a ejecutar, le dijo al Coronel: “No me mates, porque la orden de perdón viene en camino”, ya que sus fieles seguidores habían logrado hacer firmar la misma por el Gobernador. El militar no le creyó e indicó a los soldados proceder a la ejecución. Antonio Gil le anticipó entonces, que, cuando el coronel regresara a su hogar, encontraría a su pequeño hijito muy enfermo y muriéndose. Como el Coronel, ejecutando a Antonio Gil, habría derramado sangre inocente, éste le sugirió, que lo invocara, para que él intercediera ante Dios por la vida de su hijo. El Coronel se burló de estos dichos y lo hizo ejecutar.  La carta de perdón llegó a sus manos pocas horas después.

A su regreso a casa, el militar encontró a su hijito en gravísimo estado y sin posibilidades de cura por parte de los médicos. Desesperado, se arrodilló y le pidió al Gauchito Gil, que intercediera ante Dios para salvarlo. A la madrugada, se produjo el milagro y el niño se curó. Entonces el Coronel llevó una cruz hecha por él mismo con ramas de ñandubay al lugar donde había ajusticiado al Gauchito, la colocó allí y le pidió perdón, erigiendo de esta manera el primer altar. El santuario se transformó rápidamente en un lugar de veneración y fue replicado por miles de altares que hoy se encuentran a la vera de las rutas argentinas, paraguayas y brasileñas. Los paños rojos simbolizan el pañuelo de ese color que suelen usar los gauchos, y al mismo tiempo, la sangre derramada injustamente. Son muchos los que lo veneran como Santo, aunque la Iglesia Católica no lo canonizó como tal. Por mi parte, mi serie de pinturas y dibujos de los santuarios del Gauchito Gil es un homenaje a esta difundida fe popular, una expresión de fe, que me conmueve.

SERIE GAUCHITO GIL

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